La búsqueda del turista es cada vez menos un derivado de la reacción al mundo moderno. Los destinos están cada vez menos al “exterior” de los territorios colonizados por una modernidad expansiva. Es evidente la continuidad en el tránsito del origen al destino, a la vez que se ha achicado la distancia entre ambos por una movilidad que acerca los confines por vías múltiples que facilitan el consumo del atractivo turístico. Los umbrales culturales, antaño fijos, son ahora móviles y han dejado de estar anclados en el territorio, lo que suele denominarse des-territorialización.
El viaje como experiencia de suyo interesante parece declinar. El destino como sitio perteneciente al desconocido y sugerente universo de los “otros”, en una disposición especular propiciatoria del encuentro del sí mismo, es objeto de representaciones que le trasladan al alcance del comprador, quien puede “viajar” sin desplazamientos espacio-temporales. El fenómeno de Las Vegas, contenedor de representaciones híper reales de cualesquier icono espacial, se ha difundido como dispositivo de consumo mediante los procesos de homogenización, des-localización e hibridación derivados de la disneyficación y la McDonaldización. Mediante esta vía se difunde sin fin la figura del parque temático que cristaliza en cualquier operación inmobiliaria de centro comercial, parque de diversiones, casino, antro, unidad residencial, conjunto administrativo o parque industrial. Tal parece que la anti-utopía domina el panorama y desaloja los sueños largamente cifrados en utopías urbanas. De ahí que en esta edición de nuestro Coloquio invitamos a exponer, analizar y debatir en torno a las tendencias actuales del nuevo tipo de turismo.